jueves, 25 de abril de 2013 | By: Paco Lainez

Abril de 2013




 Subida a La Guiana - El Bierzo


Este Abril que se abre

a los sueños intangibles,

al tiempo y los colores,

al deshielo y las flores

este Abril que te arrastra

hacia viejas querencias.

A retornar a ese mundo

límpido, puro, fragante, 
que anhelado desea

meterle al pecho el aire

que se respira forzado

por los pinos senderos

que suben a los collados,

                   bajar a las quebradas                    

escondidas donde claman

su sinfonía los regueros.


 Cascada de Busmayor - El Bierzo


Y solo con su soledad

de la mano de los salmos

de la brisa y la enramada,

entrar en ese claustro

etéreo, verde y umbrío

donde reina el silencio,

oír el canto del bosque

por la luz encantado,

los murmullos del agua

que el nevero ha licuado,

el caminar de sus pies

pisando los caminos

tantas veces hollados.

Este Abril que ha hecho

que retorne al pasado,

que sueñe nuevamente

con lo que ya ha vivido,

con lo que ya ha soñado.


Hayedo de Busmayor - El Bierzo
lunes, 15 de abril de 2013 | By: Paco Lainez

Detén el reloj...



Detén el reloj del tiempo, 

juguemos hasta que el Sol

haga las sombras más largas,

danzaremos incansables

hasta que renazca el alba.

Cuando nazca la alborada

encontraremos mil soles

refulgiendo en los cuerpos,

destellando en las miradas.


Antes nos abrazaremos

cuando se apaguen los ecos

tras bailar la última danza

y se apaguen los farolillos

que iluminan la plaza,

para capitular en los labios

imantados de tu boca liberada

viendo que la clámide del tiempo

caía sobre la madrugada.



domingo, 14 de abril de 2013 | By: Paco Lainez
lunes, 8 de abril de 2013 | By: Paco Lainez

Adicto



Deambulo poseído por los deseos

caminando ebrio bajo la bruma,

ni esta niebla bruna, ni este frío gélido

que clausura el velo de las miradas

apagan las brasas de mi hoguera.

Adicto, corro tras la dosis diaria

de esa droga que es para mí tu cuerpo,

por vez primera rezuman mis ojos

un liquido salobre y corrosivo.




Hechizado, persigo la locura de una sombra

que me dejó como un trasto olvidado,

y yo, con mi demencia extraviada,

atormentado, no puedo olvidar nada,

la tersura de su tez incendiaria,

el tacto de sus manos, sus labios,

ese dintel de su boca enamorada.

Los recuerdos de un ayer cercano

acrecientan mi desconsuelo,

extienden sobre el páramo de mi mente

un hálito, un palio de oscuridad.




A veces, en instantes de lucidez

cuando no me ahoga el dolor del alma,

practico como una liberación

un salto atrás en el tiempo,

entonces me embriago con los aromas

salinos del sudor de tu piel

y la fragancia de tu pelo.

O deliro lascivo, obsceno con los sabores

de ese hontanar en el que mi boca expira,

o con esa ambrosía enloquecedora

que libé mil madrugadas de tus senos.