sábado, 17 de noviembre de 2012 | By: Paco Lainez

Bierzo


Estoy atado a esta tierra,
al silencio de sus valles
y a sus elevados montes,
a sus bosques centenarios
de castaños y de robles.

Estoy atado a esta tierra
y al frío de sus inviernos,
a sus calurosos veranos,
a sus cobrizos otoños
y sus bruñidos neveros.

Estoy atado a esta tierra
y a sus bellas primaveras
cuando brotan los cerezos,
a las hoces de sus arroyos
y sus empinados senderos.

Estoy atado a esta tierra,
a la sinfonía de sus ríos
y a sus pueblos de piedra,
a sus tejados de pizarra
y sus balcones de madera,


Cuando a ti me declaro
contándote mis desvelos,
viene a decirme la mar,
que se le agitan las olas
excitadas por los celos.

1 comentarios:

Jana la de la niebla dijo...

Qué bonitos, bellísimos versos, Salvochea, la última estrofa me ha puesto el vello de punta, es la lucha entre tu Cádiz natal y amadísima y tu tierra de adopción. La verdad es que de la manera en que la describes, esos otoños y esos inviernos, dan unas enormes ganas de irse para allá y dejarse de esta Córdoba tan calurosa, tan seca (aunque ahora esté lloviendo), tan fría en invierno pero sin el consuelo de la nieve, que tanta ilusión me haría. Disfruta de esa tierra, porque parece que merece mucho la pena.
Un fuerte abrazo desde Villafranca.

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