La
luna que en sus lienzos
el
artista plasmaba,
no
se asemejaba nada
a
los sueños de luna
que
mis visiones evocaban.
No
tenían los reflejos
de
esas lunas nacaradas.
El
solo pintaba cielos,
y
en mis recuerdos infantiles
la
Luna en el mar rielaba.
él,
borracho de delirios
la
veía entre nubes grises,
yo,
onírico, pletórico,
la
percibía, la soñaba,
reina
de la madrugada,
bajo
una cúpula añil
de
pura plata, argentada.
Su
luna y mi luna
ambas
son lunas reales,
aunque
ni él, ni yo
las
vemos iguales.
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