Una noche de Mayo bebí
el rocío de la amapola,
embriagado de su elixir
la noche cabrilleaba
en busca de la aurora,
mientras noctámbulo
paladeaba con deleite
ese desconocido néctar
por la campiña a solas.
Caminaba entre el
oleaje
de ese océano púrpura
saturado de silencios,
sempiterno noctívago
eufórico de su
ambrosía,
embargado de quimeras,
evocaba otras épocas
que dejaron sus huellas
en los surcos del alma,
en el álbum del tiempo.
Fotogramas de una vida
colmada de naufragios,
en la madrugada túrbida
soñé que me arrastraban
mar adentro tempestades
oleadas de sangre roja.
1 comentarios:
Qué bonitas son las fotos hacen juego con el aroma de tus versos.
Un beso.
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